Yo, a quien las luces de la razón parecen nunca haber iluminado;
sufro el mismo dolor que el de un genio incomprendido.
A mí, cuyo corazón las pulsivas jeringas del amor nunca han infectado;
padezco, sin embargo, la gemela desazón de un amante no correspondido.
Mis ojos nunca se animaron a levantar su limitada mirada
pero me invade el vacío igual al de una represa sin un río.
En mi vida, la fe y la esperanza nunca tuvieron espacio:
pero sigo esperando, con la ansiedad de un cristo que nunca fue crucificado.
Agnóstico e incrédulo,
con la carne como bandera y la muerte como estandarte,
y con la estadística de estar probablemente confundido:
con un rosario en la mano le rezo arrodillado,
a una estampita de San Cayetano.
Y le pido
¨como contrapartida a mi angustia injustificada,
que en algún lugar del mundo haya:
un genio reconocido, una represa desbordada,
una amante amado y un Jesucristo desangrado.¨
Estás publicando un mes si y otro no, curioso como eso de un agnóstico que quiere ser crucificado ja...
ResponderEliminarMe gustó la intensidad del poema y espero que tenga poco de biográfico... saludos!!
Hola amigo. La intensidad puede ser biográfica, la historia no.
EliminarUn abrazo. gracias por tu comentario
Hermoso poema Hermano. Deberías escribir más ❤️
ResponderEliminarGracias ... lindo comentario
Eliminar